Bert Hellinger

Considera a sus padres y a su niñez en casa, la primera y principal influencia de todo su  trabajo. Su particular manera de fe le proporcionó a toda su familia una inmunidad en contra de las creencias distorsionadas del Socialismo Nacional. Debido a sus repetidas ausencias a la reuniones de la Organización de Hitler para la Juventud y  su participación en una organización ilegal católica para la juventud, fue eventualmente clasificado por la GESTAPO, como «Sospechoso por ser un enemigo de la gente». Su escape de la Gestapo fue paradójicamente posible cuando fue emboscado. Con tan solo 17 años, se volvió soldado, experimentó la realidad del combate, la captura, la derrota, y vivió como prisionero de guerra en un campo de los aliados en Bélgica.

Filósofo y psicoanalista alemán, Bert Hellinger creó su propia herramienta, Las Constelaciones Familiares, al principio método  de psicoterapia fenomenológica y sistémica, dentro del enfoque de las terapias humanistas breves y del existencialismo, desde los principios de los 2000 la psicoterapia se ha transformado en ejercicio de filosofía aplicada al servicio de la vida.
Bert Hellinger nace el 16 de diciembre de 1925 en Leimen, Baden, Alemania. Muere el 19 de Septiembre de 2019 (93 años). En Colonia hasta los 17 años, vivió la Alemania nazi durante su infancia y juventud.
Desde los 5 años quiere ser sacerdote y a los 10 años ingresa en un seminario. Pertenece a una familia católica, intelectual y opuesta al orden establecido por Hitler. Desde muy joven vibra con el respeto a la libertad humana, viviendo a contra corriente para seguir su propio criterio. Forma parte de una organización católica  no afín al nacionalsocialismo por lo que fue declarado «Sospechoso de Ser Enemigo del Pueblo» en 1942.
A los 17 años, todos los de su quinta son llamados al frente, le mandan a Francia dónde sufre la vida de soldado. En 1945, es hecho prisionero por los americanos, y padece los rigores, (el hambre, las celdas de castigo) de un campo de presos alemanes, supuestos nazis, en Bélgica. Consigue escapar del campo. Descubre que su hermano ha muerto en el frente. La guerra ha terminado y se hace sacerdote. Estudia entonces Filosofía, Teología y Pedagogía en la Universidad de Würzburg.
Unos años más tarde es enviado como misionero a Sudáfrica dónde va a dirigir un gran internado de jóvenes zulúes. Sigue estudiando. Descubre la cultura zulú, de la que recoge la importancia vital del respeto a los mayores. Observa también el proceso de adaptación de estos jóvenes, por su necesidad de integrarse a la cultura occidental, viviendo la relatividad de los valores y rituales establecidos por cada cultura.
Sigue formándose, a menudo enfrentado con las autoridades eclesiásticas. Su decisión de dejar el sacerdocio se gesta a finales de los 60, y en ella parece que fue decisiva su asistencia a un cursillo ecuménico organizado por unos anglicanos que se aplicaban a desarrollar una actitud fenomenológica para reconciliar contrarios y dejaron una profunda huella en Hellinger. En un grupo de trabajo entre religiosos, Bert relata que un ponente hizo una pregunta sin respuesta al grupo «¿Qué es más importante para ti, tus ideales o la gente? ¿Si tuvieses que elegir, cuál sacrificarías?». Bert se pasó una noche sin dormir para poder responder, con todas las consecuencias. Importa recalcar el necesario recelo hacia toda obediencia incondicional y adhesión sin fisuras a unas ideas que había sido la actitud de Hellinger desde su niñez.
Comenta en «Un largo camino»: «Le estoy muy agradecido a ese Ministro por haberme hecho esa pregunta. En un sentido, la pregunta cambió mi vida, pues esa orientación fundamental hacia la gente ha formado todo mi trabajo desde entonces».
Al volver un verano a Alemania, participa en los primeros talleres de Gestalt y es incluso el primero en practicar la silla caliente. Es cuando descubre que su tiempo como sacerdote ha terminado. Esperará un año más para dejar el  sacerdocio con paz, después de 25 años.
Con 45 años vuelve a Alemania. Trae consigo una profunda actitud fenomenológica, una honda impresión del contraste entre la fuerte cohesión familiar africana y la situación europea, y el deseo de seguir resolviendo problemas humanos. Se orienta hacia la psiquiatría. Se traslada a Viena; allí estudia psicoanálisis y se casa con Herta, su primera esposa, psicoterapeuta como él.
En 1973, abandona Alemania y viaja a EE. UU para seguir la formación de Arthur Janov (creador de la terapia del grito primal) en California. A partir de entonces existirán muchas influencias importantes en la formación de Bert hellinger. Uno de los más significativos fue Eric Berne y el Análisis Transaccional con el descubrimiento que el guión de vida refleja los traumas familiares de varias generaciones anteriores. También desarrolló interés por la terapia Gestalt, terapia de la fenomenología del aquí ahora, a través de Ruth Cohen y Hilaron Perzold.
Junto con su esposa Herta, integró lo que ya había aprendido de la dinámica de grupos y del Psicoanálisis con la Terapia Gestalt, Terapia Primal y Análisis Transaccional. Durante este periodo, fue dándose cuenta de las dinámicas de identificación dentro del sistema familiar. Contribuyó a ello el libro de Ivan Boszormenyi-Nagy, Las lealtades invisibles. El equilibrio entre el dar y el tomar en las relaciones familiares también fue un hallazgo importante en su trabajo. Se formó en Terapia Familiar con Ruth McClendon y Leslie Kadis y fue ahí donde por primera vez contactó con las Constelaciones Familiares.
Bert Hellinger cuenta: «Yo estaba muy impresionado por su trabajo, pero no podía entenderlo. Un año después pensé de nuevo en eso, y me sorprendí al descubrir que estaba trabajando ya de una manera sistémica».
Leer el artículo de Jay Haley El triángulo perverso le permitió descubrir la importancia de la jerarquía y el orden en las familias. Continuó el trabajo en la Terapia Familiar con Thea Schönfelder y en Hipnoterapia y Programación Neurolingüística (NPL) con Milton Erickson, del que tomó el uso de los cuentos en sus terapias. Ambos fueron de gran influencia para él, junto con Frank Farelly y su Terapia Provocativa. Así como también La Terapia de la Contención desarrollada por Irina Precop.
Junto con su mujer, tiene su propia consulta en la que va experimentando y condensando su saber hacer. Su elección es decididamente a favor de una terapia breve, nuclear; buscando la terapia que devuelva, de un modo radical, a la persona su fuerza y dignidad. A través de la experimentación y la integración de todas las terapias a las que se había acercado, en 1980, empezó a desarrollar su propia terapia familiar sistémica: las Constelaciones familiares.
Esta terapia es la consecuencia práctica de su reflexión filosófica – él es ante todo un filósofo – y sobre todo consecuencia de su observación y disciplina fenomenológica. Sus comprensiones y su libertad de pensamiento le permiten descubrir la riqueza de la fórmula de representar al sistema familiar por otras personas, técnica que estaba ya en uso cuando la empezó a practicar.
Gracias a su percepción fenomenológica, va tomando conciencia de lo que hay detrás de la realidad aparente, detrás de la buena consciencia y del sentimiento de culpa, detrás de los conflictos y del sufrimiento, detrás de la paz y de la felicidad. Trabaja en y con los campos morfogenéticos, descubriendo las leyes sistémicas del amor, a las que llama «los órdenes del amor», el papel de la conciencia moral y la dinámica profunda del movimiento sanador.
Bert Hellinger ha penetrado, con rigor, en el campo del conocimiento, lo que le permite elaborar una nueva filosofía, una nueva visión coherente de todos los aspectos de la vida. Entre ellos, una nueva visión sobre la felicidad, el éxito, el amor. La era renacentista del Individuo, solo frente a su destino, frente a sus decisiones individuales y su «cogito ergo sum» ha muerto; está naciendo – desde principios del siglo XX – la era del Campo, que se llame cuántico, morfo genético, sistémico, Conciencia familiar o Conciencia del espíritu.
Junto con su primera mujer elabora la hipótesis de los órdenes del amor, que se irán precisando a lo largo de los años.
Uno de sus mayores descubrimientos ha sido entender el rol de la conciencia moral.
Es tan desestabilizador que estuvo varios años observando una y otra vez la presencia de la buena conciencia detrás de los conflictos y agresiones, tanto entre individuos como entre grupos y países, antes de sacar a la luz sus conclusiones. Descubrió que la buena conciencia es un órgano fisiológico que sirve de cemento social, evitando las singularidades, separaciones y tomas de autonomía. Uno tiene mala conciencia cada vez que actúa de forma independiente de alguien o de un grupo, por lo contrario siente buena conciencia siempre que refuerza su pertenencia a un vínculo, bien sea de amistad, amor o solidaridad.
De hecho, observó que usamos la justificación moral «estoy en mi derecho» «es mi deber» «eso es bueno, lo otro es malo» cada vez que estamos actuando sin amor con alguien, o sea cada vez que hacemos daño a alguien…
Su método está en continua evolución. En el año 1999,  gracias a su observación fenomenológica, Hellinger toma conciencia del significado de  los movimientos de los representantes. Al principio, los llama, junto con su segunda mujer Sophie, movimientos del alma, o movimientos de la Conciencia Colectiva Inconsciente Familiar.
Las Constelaciones familiares dejan de ser una psicoterapia dirigida por el constelador para devenir en un servicio a la vida dirigido por una fuerza que viene de fuera del sistema familiar.
A partir de 2004, distingue entre movimiento del alma y movimiento del espíritu.
Los movimientos del alma son los movimientos inherentes al campo que producen todo el sufrimiento que conocemos, consecuencia de las transgresiones de los órdenes del amor. Este movimiento del alma  es la dinámica de la compensación arcaica.
El movimiento del espíritu es el movimiento hacia la sanación, hacia la vida, es la compensación adulta, mientras que el movimiento del alma es un movimiento de muerte.
El movimiento del espíritu es la conexión con una energía en movimiento, una energía de amor que procede de fuera, de más allá de lo sistémico y que hace fluir la fuerza sanadora en la Constelación a través de un movimiento de reconciliación.
El campo morfo genético sólo da información y, el cambio, la creatividad y la sanación provienen de un campo energético externo al que accedemos al estar en la aceptación a todo como es. Ese campo es el gran campo del espíritu o conciencia creadora.
En una constelación, se despliegan varios campos de fuerzas además de la resonancia de todos los campos morfogenéticos existentes. El primer movimiento de los representantes nos revela la compensación arcaica que atrapa a la persona, se trata del movimiento del alma, una vez que este movimiento ha mostrado los desórdenes y desequilibrios existentes, puede entrar en liza el movimiento del espíritu y su sanación. Dependerá del grado de conciencia de la persona: en cuanto la persona acepta su situación, el movimiento del espíritu se despliega.
Hellinger aporta entonces una nueva comprensión: la del amor del espíritu, que lo piensa y lo mueve todo con el mismo amor. Conectar con este amor es asentir a todo como es y es entrar en la fuerza sanadora del movimiento del espíritu.
Sus observaciones fenomenológicas, por ejemplo sobre la relación terapéutica y la contra transferencia, aportan mucha luz y eficacia a la psicoterapia, a la vez que desestabilizan y levantan polémica. También se le reprocha su capacidad de evolución…
Su última evolución le lleva a elaborar un nuevo corpus científico «la Hellinger Sciencia».
Es la ciencia de la organización de la vida humana, fruto de complejas intrincaciones, solapamientos y fidelidades, siempre movidas por el amor, resultado de las fuerzas sistémicas de los distintos campos a los que participamos. Son campos a los que pertenecemos todos por igual, vivos y muertos, conocidos y desconocidos. Tal como lo explica la física cuántica, todos estamos interconectados.
La Hellinger Sciencia descubre y describe los principios sistémicos que permiten que fluya el éxito en todos los aspectos de la vida.
En la Revista Hellinger de marzo 2007, Bert Hellinger escribe:
«La Hellinger Sciencia lleva consigo una dimensión suplementaria, la dimensión espiritual que nos empuja más allá de los conocimientos directamente comprensibles respecto a los órdenes y desórdenes en nuestras relaciones. Únicamente a través de aquella dimensión se puede percibir su sentido universal y los efectos que de ella emanan en todos los ámbitos de la existencia.
¿Qué es este conocimiento del espíritu y cuáles son sus dimensiones? La observación es la herramienta para descubrirlo y detectar sus efectos: nada de lo que existe se mueve por sí solo. Todo es movido por algo que viene de más lejos. Aún si aparentemente algo se mueve por iniciativa propia, al igual de todo lo que vive, su movimiento no puede originarse en sí mismo. Cada movimiento, tratándose de todos los seres vivos, se inicia en un movimiento de afuera y sigue movido por él ininterrumpidamente a lo largo de lo que dure su vida.
Algo más pide un instante de reflexión.
Cada movimiento, sobre todo cada movimiento vivo, es un movimiento consciente. Esto presupone una conciencia presente dentro de aquella fuerza que lo mueve todo. En otros términos: cada movimiento es un movimiento intencional. El movimiento se mueve por ser así la intención de aquella fuerza, obedeciendo al modo como esta fuerza lo pide.
¿Entonces, qué hay en el origen de todo movimiento?
Un pensar, que lo piensa todo tal como es.»
En ese pensar está el origen de toda sanación.
Y reconocer las cosas como son y asentir a todo como es permite sintonizar con ese pensar y su fuerza sanadora. Habla, sin nombrarlo, del movimiento del espíritu desde el año 2002: el campo está movido por campos de fuerzas dirigidas por el gran Alma, el constelador no debe hacer nada, ni querer nada, sino permitir que actúen estas fuerzas. Una y otra vez repite la necesidad de dejar hacer y del peligro que representa para el constelador actuar demasiado. Habla de las Nuevas Constelaciones o Constelaciones del Espíritu más o menos desde el 2007, constelaciones en las que la fuerza sanadora viene del Movimiento del Espíritu y no del constelador.
Sin embargo,  no conseguirá ponerlo suficientemente en práctica, ya que en 2009 tiene un pequeño accidente que le origina un corte en la frente, del que hace la lectura «el corte entre hacer y dejar hacer».
Unos meses más tarde, el mensaje se vuelve contundente: a finales de 2010, tras varias enfermedades graves que le impiden constelar durante varios meses, comprende ya con claridad lo que se le pide: dejar de USURPAR el papel del movimiento del espíritu durante el desarrollo de las constelaciones.
En 2013 da un nuevo nombre a las constelaciones del «dejar hacer»: Constelaciones Familiares Mediales. En ellas, el centramiento del constelador es lo decisivo: está conectado con algo más grande, no pregunta, no necesita tema para tratar. Al sentarse la persona a su lado, a menudo recibe la información, todo está ahí, no se necesita desarrollo, sólo lo que el instante presente muestre: salen algunos representantes, sin identificar la mayoría, se dejan mover en silencio, y al cabo de un tiempo el constelador siente que es suficiente, que la energía se retira. La constelación se detiene aun cuando aparentemente no se ha resuelto nada todavía. Y la potencia de los resultados está ahí.
Brigitte Champertier